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Las Meninas de Velázquez

El cuadro “La Familia de Felipe IV”, conocido popularmente como “Las Meninas” y pintado en el año 1656, es considerado como la obra más importante de Velázquez.

Este pintor español, cuyo estilo
puede encuadrarse en el barroco, fue pintor de cámara del rey Felipe IV. Su estilo fue evolucionando desde el tenebrismo y los claroscuros de inspiración caravaggista hasta la luminosidad y la suavidad que aprendió en sus viajes por Italia. Se le considera un retratista de gran talento, capaz de expresar la fuerza emocional y la personalidad de sus modelos.

En esta obra podemos apreciar a la infanta Margarita, acompañada por dos de sus damas de honor o Meninas. En la composición también podemos apreciar la presencia de dos enanos en primer término y, entre las sombras, una dama de compañía, un guarda y el aposentador de la reina. A la izquierda del cuadro podemos ver la imagen del propio artista, mirando hacia el espectador y, reflejados en el espejo, descubrimos al rey Felipe IV y su esposa la reina Mariana.

Las figuras de primer término están dibujadas con pinceladas sueltas y largas y pequeños toques de luz. Según vamos hacia el fondo, aumenta la falta de definición y las sombras.

El espacio es complejo, ya que aparece el techo de la habitación y se consigue causar una sensación de profundidad en el ambiente mediante las jambas de las ventanas y los ganchos de las lámparas del techo. Las miradas de todos los personajes parecen dirigirse hacia un punto situado fuera del cuadro, al lugar en el que se encontraría el espectador, creando una curiosa ilusión: los personajes observan a la persona que les está observando, creando una complicidad que nos hace sumergirnos en el lienzo.

El lugar que aparece en el cuadro es la estancia que Velázquez utilizaba como taller. Es por ello que el ambiente resulta cotidiano y familiar, lejos de los ambientes recargados y lujosos que solían aparecer en los retratos de los miembros de la familia real.

Se han dado varias interpretaciones a esta obra. La más fácil sugiere que se trata de describir una escena habitual en palacio, en el que la infanta Margarita ha ido a ver trabajar al artista. Algunos sugieren un mensaje más simbólico, según el cual Velázquez trataba de revindicar el papel de los artistas como algo más que simples artesanos, por lo que se retrató a sí mismo en un retrato de la familia real, dibujándose en primer término, mientras que los propios reyes tan sólo aparecen diminutos y difuminados en el reflejo del espejo.

Se cree que esta obra pudo estar inspirada por “El matrimonio Arnolfini” de Jan Van Eyck, cuadro que formaba parte de la colección de Felipe IV y que el pintor plasmó en esta obra reflejado en uno de los espejos.


Autorretrato de Arnold Böcklin

Arnold Böcklin nació en Basilea (Suiza) en 1827. Se le encuadra dentro del movimiento artístico del Simbolismo, que posteriormente tendría una gran influencia en el Surrealismo.

Comenzó sus estudios como pintor en Dusseldorf y empezó a destacar como pintor de paisajes. Sin embargo, sus viajes por Europa hicieron que fuese influenciado por el arte renacentista, por lo que comenzó a incluir en sus obras figuras mitológicas. También estuvo influenciado por el Romanticismo, por lo que sus obras estás llenas de figuras fantásticas, ambientes extraños e ilusorios y construcciones clásicas. Sus obras más famosas son sus cinco versiones de “La Isla de los Muertos”.

En toda su obra podemos destacar su extraordinaria creatividad, su inventiva, la exploración que realizaba de la mitología clásica y el erotismo, la magia y el misterio que aparece en muchas de sus pinturas.

Esta visión romántica y misteriosa que aparece en muchas de sus obras es también observable en su “Autorretrato”, una de sus pinturas más famosas. En ella podemos ver al artista, reflejado con destreza y realismo, trabajando en su obra, con el pincel y la paleta en las manos. La luz del cuadro se centra en su rostro, donde podemos apreciar todos los detalles.

El fondo del cuadro es muy oscuro, reflejando la fascinación de los artistas
románticos por el misterio y lo desconocido que se oculta en las sombras. Sobre el hombro de Böcklin vislumbramos un esqueleto tocando el violín, tan cerca de él que casi parece estar apoyándose en su hombro. Conociendo el interés del autor por el simbolismo y las figuras alegóricas, no es muy difícil imaginar que ese esqueleto representa la muerte, que parece entretenerse mientras espera para llevarse al artista con ella.

Con esta obra, que nos muestra la fascinación por lo sobrenatural que caracterizaba a los artistas románticos, el autor consigue transmitirnos su inquietud en una obra llena de fuerza y misterio que hace que nos sintamos impresionados.


Retrato de Aman-Jean por Georges Seurat

Georges Pierre Seurat fue un pintor francés del siglo XIX, al que se considera fundador del Neoimpresionismo. En 1875 ingresó en la escuela municipal de Bellas Artes, donde entabló amistad con el también pintor Aman-Jean, que le ayudó a ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Paris.

Durante sus estudios no consiguió destacar por su talento artístico, por lo que comenzó a trabajar en el Louvre copiando obras maestras de otros pintores. Estudió el contraste simultáneo de colores, el dibujo en blanco y negro y las propiedades de la luz, lo que le llevó a inventar la técnica del puntillismo. Esta técnica busca un acercamiento científico a la pintura, buscando usar el color para crear armonía y emoción.

En 1884 se negó a exponer en establecimientos como el Salón de París y fundó la Sociedad de Artistas Independientes. Ese año comenzó la creación de su obra maestra, “Tarde de domingo en la Grande Jatte”, considerada una de las mejores obras de la pintura del siglo XIX.

Su obra nunca fue entendida por la crítica ni por el público (sólo consiguió vender una obra en toda su vida), pero contó siempre con el apoyo de sus compañeros neoimpresionistas. Las críticas a su obra y la falta de entendimiento de su obra le llevaron a aislarse hasta el momento de su muerte, a la temprana edad de 31 años.

El retrato que realizó de su amigo Aman-Jean mientras ambos compartían estudio en 1879 está considerado como uno de los grandes retratos del siglo XIX. Es un brillante trabajo de un artista muy joven y fue expuesto en el Salón de Paris en el año 1883, cuando Seurat sólo tenía 23 años. Seurat eligió una pose clásica para su modelo y representa a su compañero en su pose de artista, con el pincel en la mano y una expresión facial de concentración profunda. Seurat utilizó con destreza las variaciones tonales que van del negro más oscuro al gris más suave, culminando en la luminiscencia del papel en blanco. Las pinceladas cortas ya nos hablan del estilo puntillista que desarrollaría más adelante


Autorretrato de Durero

Durero es el máximo representante del Renacimiento en Alemania. Estuvo influenciado por el arte alemán, los pintores góticos flamencos y los renacentistas italianos. Durante toda su vida intentó aunar la meticulosidad alemana por el detalle con la idealización de los artistas italianos y se obsesionó por las proporciones de la figura humana. Destacó como grabador, ilustrador y pintor.

Fue el primer artista europeo que se representó a sí mismo en varios autorretratos. Pintó cuatro a lo largo de su vida, lo que nos permite observar su evolución física y psicológica. Este autorretrato, pintado en 1498, es una de sus obras más famosas y puede admirarse en el Museo del Prado de Madrid. En él se aprecia una gran influencia del arte italiano, ya que acababa de regresar de su primer viaje a Italia. El paisaje que se observa al fondo a través de una ventana está influenciado por la escuela veneciana.

Se representa a sí mismo como un joven de la nobleza, apuesto y elegante. Sus ropas demuestran el buen momento económico que atravesaba y su personalidad refinada. Los críticos creen que al presentarse a sí mismo con esa elegancia, Durero pretendía demostrar a la sociedad que él era algo más que un artesano, ya que en su época ser artista no era nada más que un oficio y no se les tenía en gran estima. Por ello, Durero se representa como un noble refinado, intentando demostrar con ello que el artista era un intelectual que merecía destacar por encima de otras profesiones.

Durero pinta toda su ropa con el máximo lujo y detalle (hilo de oro en el escote, guantes de piel…). Sin embargo, su propia imagen física no está idealizada, sino que se pintó con total fidelidad (tal y como se señala en la inscripción que aparece bajo el marco de la ventana y en la que puede leerse “1498. Lo pinté a mi propia imagen. Tengo 26 años”). El cabello parece brillar y si lo observamos con atención, veremos que está pintado con gran maestría y meticulosidad, casi como si lo hubiese pintado cabello a cabello.


¿Qué directrices e información debes darle al retratista antes de que pinte tu retrato?

A la hora de encargar un retrato, debes tener en cuenta que el artista sólo verá lo que tú le envíes, de ahí que sea importante la elección de una buena fotografía y que seas claro a la hora de señalarle al artista las pautas que debe tener en cuenta para realizar el trabajo. Dado que tenemos una política de satisfacción garantizada, los artistas intentan con todas sus fuerzas satisfacer los deseos individuales de nuestros clientes pero no son clarividentes, así que necesitarán tus pautas e instrucciones para poder conseguir el resultado deseado.

El artista no puede saber qué es lo que deseas si no se lo dices de manera clara. No debes dejar que el retratista tome las decisiones por ti, ya que cada cliente es diferente y espera cosas diferentes del resultado final. Por ejemplo, si la fotografía original tiene sombras, hay clientes que pueden querer conservarlas y conseguir un retrato en tonos oscuros mientras que otros preferirán un resultado final sin sombras y más luminoso. Otros pueden desear que el retrato sea muy realista, mostrando, por ejemplo, las líneas de expresión, mientras que otros clientes pueden preferir que se omitan. Así que, cuando envíes la foto debes ser muy específico acerca de los resultados que deseas, sobre todos si pretendes hacer algún cambio respecto a la fotografía original.

Los retratistas no pueden pintar lo que tú tienes en mente, ya que no lo ven, sobre todo si es complicado o está abierto a diferentes interpretaciones. Si lo dejas a la elección del artista, existe la posibilidad de que no estés satisfecho con el resultado final. Por ello, es necesario que muestres, ya sea a través de imágenes o palabras lo que estás buscando para que el artista pueda comprender mejor lo que realmente deseas.

Lo primero es seleccionar una o varias imágenes que expresen el resultado que deseas. Si necesitas instrucciones adicionales sobre aspectos de la imagen original que quieres que cambien en el retrato, explícalas cuidadosamente con palabras.

En caso de que no haya instrucciones adicionales que expresen el deseo de realizar algún cambio en la imagen original, el artista siempre hará prevalecer la información de la fotografía sobre su propia impresión artística, incluso aunque piense que haciendo algún cambio el retrato podría mejorar. Los artistas pueden hacer recomendaciones pero nunca tomarán una decisión que difiera de lo que la fotografía representa sin haber obtenido primero permiso del cliente.

Existe un paso adicional en el que los clientes pueden requerir que se hagan pequeños cambios una vez que se les envía una fotografía por e-mail en la que puede verse el retrato casi terminado. Sin embargo, los resultados siempre serán mejores si las instrucciones originales son muy claras acerca de los cambios que queremos hacer a la fotografía original.


¿Cómo elegir la ropa y los colores para el retrato?

Cuando elijamos la foto o decidamos posar para hacernos la foto que usaremos para el retrato, los principios de la buena fotografía pueden aplicarse a los retratos al óleo. Los fotógrafos suelen recomendar que la gente elija ropas con colores sólidos o, al menos, estampadas con poco contraste y que no sean demasiado llamativos. Deberías evitar los cuadros, las rayas, los logotipos… También es conveniente evitar las joyas demasiado grandes o brillantes y los cinturones con hebillas. Siempre que sea posible, hay que intentar elegir colores neutrales o apagados porque los colores brillantes y llamativos desviarán la atención de las expresiones y las sonrisas de las personas retratadas.

Los retratos son más bellos cuando todos los colores que aparecen en ellos caen dentro del mismo rango de tonos. En otras palabras, deberías poder identificar una combinación de colores agradables. Piensa en la manera en la que las novias o los organizadores de bodas tienen en cuenta el color del vestido, de las flores…

No es necesario que los colores sean exactos, pero debes considerar que si incluyes más de un tono de un mismo color (por ejemplo, azul pálido contra azul oscuro), puede parecer que intentaste encontrar una combinación de colores pero fallaste. Incluso los retratistas de la era moderna, que usaban texturas y líneas estilizadas, solían basarse en colores sólidos para realizar agradables composiciones.

Para conseguir un retrato equilibrado, debemos conseguir que el tema, la ropa y el escenario trabajen juntos. Para ello debemos tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • La ropa debe ser adecuada al fondo: Si hemos elegido llevar abrigos, lo natural sería elegir un fondo de exteriores, incluso un fondo nevado. Si llevamos ropa informal de verano, lo más adecuado para que la composición sea equilibrada, sería un campo verde y soleado o una playa con cielo azul.
  • Las elecciones de ropa, colores y fondo deben ayudar a comunicar la personalidad del retratado. No dará la misma impresión sobre la personalidad de la persona ser retratado vestido con colores claros y ropa informal frente a un bosque que ser retratado vestido de negro y con ropa elegante frente a su biblioteca. Ten en cuenta qué es lo que quieres expresar de la personalidad del retratado cuando tomes estas decisiones.
  • Si en la fotografía aparecen más de una persona, todas deben guardar un equilibrio entre ellas. El estilo de vestir y los colores deben guardar una relación para que la composición sea armoniosa. Ninguna de las personas retratadas debe llevar colores o adornos que la hagan destacar extraordinariamente por encima de los otros personajes.

Los retratos al óleo favorecen una representación realista y elegante, por lo que puede ser que esto sea lo que quieras elegir para tu retrato al hacer la elección del tema y el color. Para conseguir un retrato formal o clásico, la pose deberá ser más rígida, debe buscarse una perspectiva favorecedora, aunque pueda no ser la más natural y el escenario puede mostrar objetos lujosos como cortinas de terciopelo o libros valiosos. La ropa puede ser cara y debe estar cuidada.

Sin embargo, la mayoría de los clientes que quieren hacerse un retrato al óleo en la actualidad prefieren un estilo más natural y sin pretensiones. Para este tipo de retratos se aconseja un fondo más natural, como la playa o el campo mencionados antes. Los escenarios de exteriores son más informales, por lo que encajarán mejor con poses y ropas más naturales. Una pose informal y natural es aquella en la que la persona parece cómoda y en la que quizá una o más de las personas de la imagen no están mirando de forma fija y directa a la cámara.


¿Cómo seleccionar un buen fondo para tu retrato?

Cuando encargamos un retrato al óleo, existe la posibilidad de pedirle al artista que prescinda del fondo original que aparecía en la fotografía elegida y pedir que incluya en el retrato un fondo diferente. Sin embargo, es preferible que se use el fondo que tiene la fotografía originalmente, ya que todos los aspectos del conjunto, como la luminosidad, el color o las sombras estarán en perfecto equilibrio en la fotografía original.

Si de todos modos, prefieres que se cambie el fondo que aparecía en la fotografía original, debes tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • La atención de los espectadores del retrato debe dirigirse hacia las figuras principales, así que el fondo debe ayudar a atraer la atención hacia los personajes. Por ello, es preferible que el fondo no tenga demasiados detalles que podrían atraer la atención de los espectadores hacia el fondo y desviarla de los auténticos protagonistas.
  • Deberás elegir si quieres que el fondo sea un interior o un exterior. Para tomar esta decisión debes basarte en la iluminación de la fotografía original y en la ropa que llevan las personas que aparecen.
  • Algunos ejemplos de fondos para exteriores pueden incluir fondos verdes, con árboles o hierbas, o fondos azules, en los que destaque el cielo.
  • Para fondos de interior pueden elegirse colores lisos como pardos o azulados.
  • Ten en cuenta el tipo de ropa que lleva la gente en la fotografía, ya que debe combinar con el fondo que elijas. Si por ejemplo, la gente lleva ropa de invierno, no será muy lógico elegir una playa como fondo para el retrato. Si las personas llevan ropa muy formal, quizá sea más adecuado elegir un fondo de interior.



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