Diego Velázquez

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez fue un pintor barroco considerado como uno de los mejores artistas españoles de todos los tiempos y figura imprescindible de la pintura universal. Nació en Sevilla en 1599 y murió en Madrid en 1660.

Comenzó sus estudios en Sevilla, donde recibió influencias del estilo naturalista de iluminación de Caravaggio. Con sólo 10 años entró en el taller de Francisco de Herrera el Viejo, pero no pudo soportar el carácter de su maestro y pasó a estudiar con Francisco Pacheco. Allí adquirió sus primeras enseñanzas artísticas, a pesar de que Pacheco era bastante limitado como pintor y sus enseñanzas eran rígidas y demasiado basadas en los modelos de Rafael y Miguel Ángel. Ya desde joven demostró una gran capacidad técnica, un gran dominio del claroscuro y una gran capacidad para el retrato en el que transmitía la fuerza y las emociones de los modelos. Sus obras maestras de esta época son “Vieja friendo huevos” y “El aguador de Sevilla”.

A los 24 años se trasladó a Madrid y fue nombrado pintor del rey Felipe IV. Cuatro años después ascendió a pintor de cámara, que era el cargo más importante entre los pintores del rey.

Su trabajo consistía en pintar retratos del monarca y su familia y cuadros para decorar las mansiones reales. Su estilo fue evolucionando del tenebrismo de Caravaggio a una pintura más luminosa con pinceladas rápidas y sueltas. De esta época podemos destacar el retrato ecuestre de Felipe IV, que se puede observar en este artículo, y “El triunfo de Baco”, también conocido como “Los borrachos”.

En 1629, después de conocer a Rubens, creyó que necesitaba completar su formación, por lo que realizó un viaje a Italia que representó un cambio decisivo en su pintura. Se producen cambios en la manera en que suaviza la transición hacia los fondos, la imprimación de la pintura es más ligera y la pincelada más fluida y los toques de luz producen efectos entre las zonas iluminadas y las sombras. De esta época podemos destacar “La Fragua de Vulcano”.

En su madurez pintó grandes obras como “La Rendición de Breda” o “Cuadro de las lanzas”. En sus últimos años desarrolló un estilo más esquemático en el que predominaba la importancia de la luz. De esta época podemos destacar el retrato del Papa Inocencio X o “La Venus del Espejo”. También pertenecen a esta época sus dos obras más grandes y complejas: “La familia de Felipe IV”, también llamado “Las Meninas”, y “La fabula de Aracné”, conocido popularmente como “Las Hilanderas”. Ambas son consideradas obras maestras de la pintura europea. La colección completa de sus obras consta de unos 120 cuadros.

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